Volver a este tema puede parecer torpe, majadero o simple, pero mi intención no es ser complicado y en días como los que vivimos es necesario recordar o llamar la atención respecto de algunos aspectos principales.
Hace unos días atrás, en una hora de almuerzo familiar, expresé que en muchas oportunidades, en el secreto de la cámara de votación, me había sentido tentado a votar por una lista que no tenía ninguna posibilidad de resultar elegida.
En la mesa alguien reaccionó diciéndome que no podía perder el voto.
Respondí indignado y descalificador, pero con el paso de los días creo que puedo expresarme en forma más sensata y clara.
Me pregunto ¿Cuánta es la gente que accede a votar y cree que el proceso es algo así como jugar al LOTO, vale decir, se debe jugar a ganador?
Nos hemos acostumbrado a tratar de ser ganadores. Nos han “educado” en tal forma que para ganar cualquier alternativa es posible o válida. ¡Que lamentable! Lamento sinceramente que hayamos llegado a ese punto, y más aún cuando se trata de algo tan importante respecto de quién gobernará o legislará en nuestro querido país.
El voto es una expresión de deseo y para quienes tienen más de dos dedos de frente una convicción. Podría ser una estrategia. Pero jamás una apuesta a ganador. Quienes voten en esa forma en verdad pueden tener menor discernimiento que el que requiere la ley.
Amigos míos, votemos en conciencia, expresemos nuestro deseo y nuestros ideales, esos que parece que ya no existen, dado que pocos candidatos nos venden ideas. Pensemos en un país mejor que el que existe.
Cada uno de nosotros es responsable de ello, de decir que es lo que quiere (si lo tiene claro). Tenemos la oportunidad, ya que nos preguntan la opinión, de decidir quien gobernará y quien confeccionará las leyes. Por favor, seamos un poco responsables.
El voto es una expresión de deseo y, ojalá también, una expresión de convicción. La elección no es más que una gran encuesta en la que se le consulta a la población quien quiere que gobierne o que legisle, razón por la cual no existe la posibilidad de perder el voto. Él es sólo la expresión del deseo de los votantes, no la apuesta a una carrera de caballos, por más que muchos medios de comunicación quieran convencernos de ello.
Eduardo Chiang Sánchez